Indice del post
La ley del esfínter es consecuencia de uno de los procesos corporales más básicos, el funcionamiento del sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso autónomo consta de dos ramas: el sistema nerviosos simpático, o SNS (la parte que tiene que ver con el instinto de supervivencia, o de luchar o huir), contrae los músculos y los vasos sanguíneos en reacción a un desafío o peligro percibido; el sistema nervioso parasimpático, o SNP (la parte ‘descanso y recuperación’), relaja los músculos y vasos sanguíneos una vez que ha pasado el peligro o amenaza, o cuando sabemos que estamos a salvo y seguros.
El SNS podría considerarse el acelerador, y el SNP el freno. Todos los órganos corporales, y las funciones normales del vientre, dependen del equilibrio y coordinación entre estos dos sistemas y las sustancias neuroquímicas que producen.
El niño que no se siente a salvo o seguro, o bien se aceleran las contracciones rítmicas del colon, produciendo diarrea, o se frenan, produciendo estreñimiento.
El nervio vago, el principal nervio del sistema nervioso parasimpático, está conectado con la amígdala del cerebro y también con el lóbulo temporal. Estas son justamente las zonas relacionadas con las emociones fuertes y la información intuitiva.
Muchos problemas de vientre comienzan como un desequilibrio en los niveles de neurotransmisores que afectan al funcionamiento de los intestinos. Puesto que estos neurotransmisores son exactamente los mismos mensajeros químicos del cerebro, una ‘reacción visceral’ en cualquier zona, por ejemplo, en el colon, es en realidad el cerebro ‘inferior’ que envía mensajes. El malestar emocional puede afectar al funcionamiento del vientre aún cuando no tengamos conciencia de ese malestar.